Mi nombre es Flora, y me gustaría compartir con vosotros mi historia. Una historia la cual desgraciadamente vivimos muchas personas; en este caso yo soy la mujer del protagonista, Julio Bueno, aunque yo esté en un segundo plano, pero también me siento protagonista.
Muchos o muchas os sentiréis identificados con mi historia. Un dia normal de enero mi vida, nuestra vida, cambió por completo en un solo chasquido. Como todos los días, marché a trabajar, era una tarde fría, y al cabo de un par de horas, a eso de las 6 de la tarde, mi encargado me comunica que Julio se ha salido de la Carretera con la moto y ha llamado para que le fuese a buscar, porque tenía una pierna mal, sin darle más importancia; el accidente da la casualidad que fue al lado de mi trabajo. Me cambié y salí, encontrándome a dos ambulancias, agentes de la Guardia Civil y mis jefes para tranquilizarme. Lógicamente no era un simple golpe: la moto estaba destrozada, Julio tirado en el suelo y, cuando llegué a su lado, me dijo que tranquila, que estaba bien; me dio la mano y se desmayó. Mi mundo en esos momentos cambió sin yo darme cuenta.
Esta historia está narrada al revés, siempre se ha contado la del accidentado, y pocas veces lo que los familiares pasan. Yo os cuento mis sentimientos. Julio llegó al Hospital Clínico de Valladolid con la pierna en un hilo, pasó toda la noche en el quirófano; mi dolor era tan profundo que no podía hablar y me dolía hasta respirar…. En 6 meses nos casábamos, después de 10 años de novios y sólo pensaba que no se fuera de mi lado, porque no sabría estar sin él. Al día siguiente de intentar salvarle la pierna acabaron por amputársela, los días siguientes fueron terroríficos, ya que los médicos día tras día me decían que no iba a salir, se le paralizaron algunos órganos internos, en el quirófano cogió una neumonía… Pero yo todos los días dos veces entraba a verle mis 20 minutos y, por supuesto, le hablaba, le contaba lo que había hecho durante el día; estoy convencida de que me oía, o al menos eso me consolaba. Para todos los que habéis sufrido algo parecido, es inexplicable el dolor que se siente desde fuera, me entendéis perfectamente. Un día como otro cualquiera entré a verle y, cuando le saludé giró la cara, había despertado, me dio tanta alegría que no supe reaccionar, y a la vez me dio rabia ya que pedí a los médicos que, por favor, cuando le fuesen a despertar, me avisasen, pero no fue así y nadie le explicó qué le había pasado, me lo preguntó y yo se lo tuve que contar.
A partir de ahí su vida cambió, era un chico deportista, independiente, que ahora necesitaba ayuda, y a mí eso me partía el alma… Pero con el tiempo volvió a ser independiente. Por supuesto, nos casamos el mismo día q teníamos programado; fue bonito, sí, pero fue más bonita la salida del hospital, la vuelta a casa o la llegada de nuestros dos hijos. Aprendimos a valorar más las cosas.
Han pasado 13 años del accidente y cuando lo recuerdo siento exactamente el mismo dolor, la misma angustia, la misma tristeza y creo que no se me ovidará nunca. Por eso esta historia contada por una persona que está en segundo plano, pero que lo sufre como si fuera el protagonista. A todos esos padres, parejas, hijos… que han vivido la amputación de una extremidad de una persona querida, todo mi apoyo y toda mi fuerza porque, gracias a vuestra Fortaleza, ayudáis a que la persona que os necesita tenga una mejor recuperación.
Flora María Palencia es esposa de Julio Bueno, Delegado de Andade en Segovia y Vocal de la Junta Directiva.