«La máquina se encendió de repente y me pillo la mano, unos 360 voltios, y aunque intenté sacarla no podía, supe que no podía hacerse nada», explica con resignación. Un juzgado de Cornellà de Llobregat investiga el siniestro por si los antiguos jefes del operario podrían haber incurrido un presunto delito contra los derechos de los trabajadores, aunque en la instrucción del procedimiento podrían aparecer nuevos indicios penales.
La vida de este trabajador ecuatoriano de 37 años sufrió un duro revés ese 12 de diciembre del que todavía trata de reponerse con terapia en un psicólogo y con tratamiento médico para las heridas «que empiezan a cicatrizar». Leonardo llegó hace casi 10 años para intentar sacar adelante a su familia y tras trabajar «de lo que fuese» durante ese tiempo parecía que había encontrado una nueva oportunidad en un momento duro por la crisis.
En octubre del año pasado y gracias a un amigo consiguió empleo como conductor en una empresa de Olesa de Montserrat y el mismo día que empezó entregó toda la documentación que le pidieron. «Pensé que me harían contrato y me darían de alta en la Seguridad Social, aunque no me volvieron a decir nada y empecé a trabajar», explica, aunque destaca que no sólo transportaba material de ignifugaciones, necesario para adecuar las empresas para la protección de incendios, sinó que también manipulaba una máquina que se usa para mezclar este tipo de componentes para después utilizarlos en las paredes y techos. «No recibí formación» indica, «sólo me contaron como funcionaba una vez aunque fue un momento». Por eso la denuncia que presentó tras el accidente laboral que le costó el brazo indica que no se siguieron las medidas de seguridad adecuadas para hacer su trabajo.
La tarde del 12 de diciembre pasado, Leonardo estaba junto con otro trabajador en una nave industrial de Cornellà de Llobregat cuando la máquina que trituraba el material se paró. Tras estar varios minutos sin poder encenderla de nuevo, su compañero le instó a retirar los elementos que había dentro cuando, de repente, la máquina volvió a funcionar y le atrapó parte del brazo. «Supe que no podía hacerse nada» explica, tras recordar que después de conseguir liberar el brazo abriendo la máquina se tiró al suelo y estuvo 20 minutos esperando a una ambulancia. En el hospital estuvo tres semanas aunque aún tuvo que vivir un nuevo calvario.
Al día siguiente de estar ingresado sus antiguos jefes fueron a visitarlo para pedirle que firmase unos papeles con los que debían darle el alta en la Seguridad Social y para decirle que si alguien preguntaba debía explicar que el día del accidente estaba trabajando junto al encargado, no con otro operario. Los responsables volvieron varias veces con más documentos que Leonardo se negaba a firmar e incluso le presentaron un contrato de trabajo con su firma. «Es falso», destaca el trabajador que llegó a sentirse «muy presionado» ya que «yo pensaba que estaba trabajando de forma legal, ya que para eso entregué mis documentos». Incluso el encargado le llegó a pedir a la mujer de Leonardo que mintiese y explicase que el día del accidente era el primero que trabajaba. Según explica Leonardo hasta le ofrecieron 30.000 euros que rechazó siguiendo el consejo de su familia. Ahora intenta recuperar su vida mientras sigue con el tratamiento intentando que su desgracia no afecte todavía más a su familia.
Fuente: Elmundo.es http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/06/barcelona/1331016924.html
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