Esta semana, el joven desplazado Said recibirá en Siria una silla de ruedas eléctrica procedente de Valladolid, del primer banco de España de prótesis para refugiados y personas en países en conflicto, creado por ANDADE
Empezaron a oír los estruendos y no hubo tiempo de vestirse ni de coger ningún objeto personal. Mucho menos algo pesado. La familia salió en pijama y «a toda prisa» de su casa porque los ataques que asolan Siria retumbaban aquel día demasiado cerca. Echaron a correr y a Said lo cogieron en brazos entre varios, pero no pudieron cargar con la silla de ruedas eléctrica y el ordenador que conectaban a este chico de 29 años con el exterior. «Lo perdieron todo». Sobre todo, Said.
Desde entonces, en cierta manera, esos brazos que salvaron a este joven sirio son también su prisión.
Apenas se mueve, permanece la mayor parte del día tendido sobre los asientos improvisados de su nuevo lugar de residencia, un gallinero abandonado donde malvive con toda su familia, de diez miembros, en Rif Idlib.
Esta provincia es el área poblada de mayor dimensión bajo el control de grupos armados opositores en Siria y fue escenario de ataques químicos cuya autoría nadie asumía.
Aunque él todavía no lo sabe porque pretenden darle «una sorpresa», la esperanza para recobrar algo de autonomía y de calidad de vida ha surgido en un lugar tan distante como Valladolid.
En concreto, en el primer banco de prótesis de España para refugiados y otras personas víctimas de países en conflictos bélicos o en extrema pobreza.
Este instrumento solidario lo ha creado la Asociación Nacional de Amputados (Andade), que también tiene su sede en la capital vallisoletana.
Ni siquiera ha cumplido un año, pero el único banco de este tipo del país, instalado en el barrio de Pajarillos, ya ha recibido varias donaciones de ortopedias y de particulares.
Se trata de prótesis utilizadas que ya no sirven para el usuario que las portaba porque no le encajan o debe cambiarlas. Desde 2010, una normativa impulsada por el Ministerio prohibe su reutilización para otras personas amputadas.
Ver cómo estas piezas terminaban en la basura –y en la mejor de las suertes en los puntos limpios– provocó que la asociación Andade ideara una salida útil para quienes necesitan de estos apoyos exteriores en un contexto de conflicto o penuria.
Su presidente, el vallisoletano Carlos Ventosa, explica que las piezas continúan sirviendo tras una ligera adaptación y subraya que con este gesto solidario resuelven «problemas de mucha gente que lo pasa mal y que no tiene otra opción».
Desde el pasado mes de mayo, el banco ha colaborado con Médicos del Mundo, a quienes donó material, principalmente sillas, que terminaron en campamentos saharauis.
Mantiene una estrecha colaboración con la Asociación nacional de Apoyo al Pueblo Sirio. A ellos ya les han remitido dos envíos que la próxima semana saldrán hacia Siria. Son los primeros lotes, pero confían en continuar el camino iniciado.
Entre esos paquetes se encontrará la silla de Said. «Él ahora puede desplazarse si lo cogen porque desde pequeño, con tres años, le diagnosticaron una enfermedad que afecta a su masa muscular y no controla ninguna de sus extremidades», aclara Amer Hijazi, máximo responsable de esta ONG de apoyo a Siria.
Dejar de repente atrás sus dos únicos métodos que le permitían disfrutar de cierta libertad para moverse o para realizar las acciones más básicas mina el ánimo de este joven. «Si no le llevan en brazos, no se mueve», añade.
Amer Hijazi lo sabe porque contempló un vídeo en el que toda la familia de Said relataba su situación con la intención de que alguien se solidarizase y contribuyera a facilitarle si no este tipo de dispositivo, al menos uno convencional que tuviera que empujar otra persona.
En él audiovisual, el joven expone «con mucha tristeza» cómo ya no tiene ánimo para enfrentarse al inhóspito día a día, cómo se siente abatido porque «antes bajaba en la silla al zoco a hablar con alguien y ahora no sale de donde vive». Asegura que a través de internet «charlaba con otras personas y lo extraña».
Uno de sus hermanos y su padre, campesino que se ha visto obligado a reinventarse para subsistir, exponen en la grabación el cambio sufrido. «Su mentalidad ha empeorado, no tiene ganas y está muy mal», apuntan.
Consciente de que una pantalla y unas ruedas pueden dar un giro muy significativo, Amer está inmerso en «cumplir su deseo» porque señala que «su sueño es volver a tener un ordenador y una silla que pueda manejar, dejar de necesitar ayuda hasta para hacer sus necesidades». Pero no sólo eso: «Así podrá volver a tener una vida propia. Volverá al mundo».
Tanto Amer Hijazi como Carlos Ventosa destacan lo decisivo de estas donaciones para que miles de sirios subsistan más dignamente.
Aportan un dato que no requiere explicaciones adicionales: la guerra incrementa el número de personas con discapacidad y éstas «ya superan los dos millones» en Siria. «Si ya es complicado que te falte una pierna o un brazo sin más, en un lugar como ese país es terrible», comentan.
Los dos coinciden en que la aventura en la que confluyen «sirve para cambiar vidas» porque afirman que «una prótesis puede no parecer algo tan importante, pero supone llevar una rutina completamente diferente».
El presidente de la asociación por el pueblo sirio incide en que significa que «alguien pueda sacar a su familia adelante en un entorno ya de por sí adverso». «Es la diferencia entre trabajar y no hacerlo, estar contento y no estarlo o poder vivir por ti mismo o que necesites a otros pendientes de ti. Si eres el cabeza de familia, no trabajar es un drama añadido, más cuando empiezan de nuevo. Allí, huyen, no hay nada. Dejan todo y dejan todo. Empiezan una vida muchas veces».
Otro miembro de la misma entidad con base en Madrid, Tarek Al-Droubi, alaba la puesta en marcha de este recurso en Valladolid porque reconoce que conseguir este tipo de donaciones «cuesta mucho».
«Es una ayuda muy valiosa por lo rara y difícil de encontrar que es. Recibir alimentos u otros productos resulta más sencillo, pero esto también cubre unas demandas básicas porque la cantidad de personas tullidas o con alguna discapacidad física es tremenda en una región donde la tranquilidad se rompe en cualquier momento».
Para agitar la conciencia de quienes puedan escucharle, Tarek Al-Droubi indica que la labor de la asociación instalada en Pajarillos cobra más relevancia «porque Siria ya no está tan de actualidad y no sale en los telediarios, pese a que la situación de guerra que atraviesa muy dura» e invita, sobre todo a quienes en un país en paz tienen que cambiar su prótesis, a que, en vez de deshacerse de ella sin más, la depositen en una de las ortopedias repartidas por toda España que colabora con este novedoso banco.
«¿Se imaginan sin ser capaz de moverse o tener una mínima independencia en un país en guerra?», cuestiona este voluntario.
Carlos Ventosa explica que muchos usuarios «cada dos o tres años deben cambiar la prótesis» y ahí ve un fondo sustancial para alimentar el banco. Confía en que cuando se vaya conociendo más su actividad, reciba más donaciones.
A la sede de Andade en Pajarillos remiten material ortopédico de todas las provincias y el colectivo de amputados lo reenvía a Madrid, al almacén de la asociación que preside Amer Hijazi.
Gracias a un convenio de colaboración, la Fundación Seur asume los portes, lo que «facilita la participación de cada vez más ortopedias». Una vez los envían, Andade no se desentiende, conoce el destino final de cada pieza.
Para encontrar a los destinatarios de estos refuerzos o sustitutos de caderas, pies, manos, rodillas, codos y otras partes del cuerpo o decidir quienes recibirán los andadores, muletas, sillas, corsés para la espalda y otros aparatos, una organización sin ánimo de lucro (Sham Aljir) trabaja en el terreno sirio y se coordina con la ONG española.
«Ellos saben quién necesita más el material del que disponemos y nos informan de dónde termina cada cosa que enviamos. Es importante tener la seguridad de que se emplea de la mejor manera posible y la tenemos», precisa Hijazi, que aclara que llevan varios años coordinados para todo tipo de ayuda humanitaria.
En el tiempo en el que la asociación lleva en marcha, les ha hecho llegar desde alimentos y productos sanitarios a pupitres y material escolar para campos de refugiados. «Nunca antes habíamos tenido la oportunidad de facilitarles prótesis, pero ahora se abre una vía muy interesante», opina.
Para captar más donaciones de artículos ortopédicos, la asociación de apoyo a Siria iniciará campañas de divulgación, tras grabar la entrega de estos componentes a algunas personas para que su reacción convenza y cale entre la población. Entre ellas, el propio Said.
Además de para refugiados sirios, Carlos Ventosa explica que el banco de Andade quiere llegar «a otros sitios donde más se necesita», por lo que no establecen límites ni geográficos ni de colaboración.
Los contactos ya entablados con las asociaciones los mantendrán y en el punto de mira están algunos países de Sudamérica, como El salvador.
En la futura andadura esperan conseguir lo mismo que en la ya emprendida, «que haya quien vuelva a caminar, a sentirse bien».
RUTAS SEGURAS PARA EVITAR ROBOS
La silla de ruedas eléctrica que recibirá el joven sirio Said tiene las baterías cargadas y está embalada «con mimo» para aguantar los casi 4.000 kilómetros que deberá recorrer desde Valladolid hasta su destino final, parando antes en Madrid.
Será trasladada por «rutas seguras» para garantizar que ningún ladrón la sustraiga porque se trata «de un material demasiado valioso» y no sólo por el aspecto económico, también por la función que tendrá.
La Asociación Nacional de Amputados, con sede en Valladolid, envía los lotes ortopédicos a Madrid, a la sede de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio. Desde allí, los trasladan a Valencia y salen por vía marítima hasta Turquía. Ya por tierra, el cargamento llega a una zona fronteriza que la ONG con la que colaboran sobre el terreno recoge y reparte a quienes lo necesitan en Siria.
Pero no sirven tal cual llegan. Explica Carlos Ventosa, presidente de Andade, que allí existen talleres protésicos en los que especialistas adaptan las prótesis a las personas que las van a recibir.
Tampoco todo el material donado es válido. «Los encajes no tienen utilidad porque son personalizados. Lo que enviamos, lo mandamos en perfectas condiciones, pero aún así necesitan adaptación», apunta.
El presidente de la asociación de apoyo a Siria explica que trabajan desde 2011 enviando ayuda humanitaria y en este tiempo han mejorado «la calidad y la cantidad de los envíos».
Fuente: Alicia Calvo, Diario de Valladolid.