Nace en Valladolid el primer banco de prótesis ortopédicas en España en ayuda al pueblo sirio
Sillas de ruedas, muletas, andadores, prótesis de rodilla y pies y corsés ortopédicos en desuso se acumulan en el primer banco de prótesis de España, en Valladolid, donde esperan recuperar otras vidas una vez en su destino, los campos de refugiados sirios en el límite de la frontera con Turquía.
Los afectados por las bombas y el derrumbe de edificios, adultos y niños, recuperan “su vida” con estos materiales, tras no tener nada, ni siquiera movilidad, explica el presidente de la Asociación Nacional de Amputados de España (ANDADE), Carlos Ventosa, entidad que ha creado este primer banco de prótesis ortopédicas en España, que recoge tanto material de particulares como de ortopedias u obsoleto.
Aunque la cifra no es oficial, se calcula que unos dos millones de personas tienen algún tipo de minusvalía en Siria que requiere de este tipo de material, detalla el presidente de la Asociación nacional de Apoyo al Pueblo Sirio, Amer Hijazi, que colabora con el banco de prótesis y que se encuentra de visita en sus instalaciones.
La idea de crear este novedoso banco surge, refiere Ventosa, cuando el Ministerio prohíbe reutilizar las prótesis usadas por otros amputados por “la piratería y poca ética de algunos ortopedistas que reutilizaban el material y lo volvían a poner a la venta”, de lo que ANDADE tiene “pruebas que estaba ocurriendo” y que aún sospecha que se sigue haciendo, aunque en menor medida.
Tras la norma, el destino de esas prótesis ya utilizadas eran los puntos limpios e incluso algunas piezas han aparecido en desguaces.
El banco funciona desde mayo y coopera con Médicos del Mundo, Médicos sin Fronteras y la asociación del pueblo sirio, con el objetivo de recibir material en desuso de particulares o establecimientos ortopédicos para llevarlo a los países inmersos en conflictos bélicos o con bolsas de pobreza extrema, refiere Ventosa.
De hecho, ya han llegado a su destino, en este caso los campos de refugiados saharauis, catorce sillas de ruedas usadas en buen estado donadas por una ortopedia de Madrid, en una zona en la que “no tienen nada, ni para trasladar a los enfermos a los quirófanos”.
Y después, ANDADE contactó con la asociación de apoyo al pueblo sirio para mandar “componentes protésicos de todas clases, como pies, rodillas hidráulicas, neumáticas y electrónicas, pero también sillas, muletas, andadores o corsés.
No todo el material vale. Los pies sí, siempre que sean del mismo número, pero no los encajes, y también las rodillas, por lo que sobre todo se envían componentes que puedan adaptarse fácilmente en zonas en las que no hay materiales para hacer los ajustes, que se hacen de forma artesanal, refiere Álvaro, uno de los ortopédicos voluntarios que colabora con ANDADE en este nuevo proyecto.
Hijazi explica que el material se manda a médicos que trabajan sobre el terreno, en esos campamentos pegados a la frontera con Turquía en los que viven en cada uno 4.000 o 5.000 personas, y aprovecha para recordar que las ayudas a Siria “cada día” llegan menos.
Y después de Siria, adonde enviarán un buen lote de material ortopédico dentro de una expedición humanitaria más amplio de la citada asociación, el punto de mira está en Perú y El Salvador, para lo que el Banco divulgará masivamente su cometido entre las ortopedias españolas y los fabricantes de esos componentes, para que donen los obsoletos.
Hasta una decena de ortopedias ya colaboran con ANDADE, que las publicita a través de su web como entidades donantes, explica Ventosa, quien también destaca que el transporte del material desde los distintos puntos de España hasta el banco en Valladolid, y desde aquí a las ONG que los envían, lo hace la Fundación SEUR a través de su logística solidaria, y todo ello con un seguimiento transparente de cada pieza por parte de la asociación de amputados.
De la propia conversación entre el presidente de ANDADE y el de la asociación de apoyo al pueblo sirio brota respuesta para el llamamiento que a través de una red social ha hecho un joven sirio de 23 años, con discapacidad congénita desde los tres o cuatro años, para tener una silla de ruedas eléctrica que le abra la puerta al mundo desde el gallinero en el que vive al norte de su país.
Ventosa pondrá la silla, el ortopédico voluntario la batería que le hace falta y Hijazi le comunicará ya mismo al joven Adnan al Uzman que ya tiene una silla. Y el ordenador también va de camino, apunta a última hora el presidente de ANDADE.
Fuente: María Rosado/EFE – Heraldo. Imagen: El Norte de Castilla.