Un siniestro laboral cambió la vida de Diego Estévez Blanco hace casi un par de años, cuando, tras perder las dos piernas después de sendas amputaciones, se vio obligado a dar un giro radical a su vida, que en la actualidad avanza más despacio y gracias a los pasos que le permite dar un carísimo material ortoprotésico.
EL 22 DE ABRIL de 2009 cambió la vida de Diego Estévez Blanco, un joven de 31 años de edad y con raíces familiares en el municipio de Cospeito que ese día vio truncada parte de sus múltiples ilusiones vitales cuando volcó con el Dumper que conducía por una pista de Quiroga. La barra de seguridad del camión le aplastó las piernas y su vida empezó de nuevo.
A punto de cumplirse dos años de este desgraciado accidente, Diego Estévez mira el futuro con una entereza encomiable y lo hace desde la perspectiva que le permiten las prótesis que desde hace poco más de un año lleva ancladas a los muñones de sus piernas. Así, adaptado a su nueva realidad, Diego vive como un joven de su edad, aunque unas limitaciones físicas evidentes y, de momento, con mucho tiempo libre, un tiempo que trata de ocupar de la mejor forma posible, pero también con cierta disciplina para así favorecer la progresiva adaptación entre él y sus prótesis, sin las que, como él mismo no duda en reconocer, «estaría postrado en una silla de ruedas».
Realista y consciente de las muchas dificultades que entraña ahora y le causará en el futuro la amputación de sus dos extremidades inferiores, Diego prefiere huir de todo tipo de dramatismos, puesto que «desde un primer momento sabía lo que había y, ante esto, sólo te queda aceptar las cosas como vienen y trabajar para poder salir a delante de la mejor forma posible».
La posibilidad de contar con las prótesis de que dispone este joven le convierte en cierta forma en un privilegiado, puesto que, según dice, «su valor económico ronda los 60.000 euros y, desgraciadamente no todo el mundo tiene posibilidades económicas para sufragar un coste tan elevado. Además, en la Seguridad Social no te dan nada y como mucho te ofrecen un material que entiendo que está totalmente obsoleto y que poco más tiene que andar sobre dos zancos».
Prestaciones escasas
Diego pudo adquirir las prótesis que utiliza a través de la mutualidad de seguros, porque «lo mío fue un accidente laboral y la mutua tiene que hacerse cargo de todo el proceso de recuperación y de los pertinentes gastos», relata. Los pies ortopédicos que utiliza están fabricados en Islandia, mientras que la rodilla electrónica que lleva en la pierna amputada desde la mitad del fémur es de cuño austríaco.
«Aquí no hay nada y todos los avances en cuestiones de prótesis ortopédicas vienen de otros países», comenta Diego, quien no sólo se muestra crítico con las escasas prestaciones que da la sanidad pública española para las personas que sufren percances similares al suyo, sino que también cuestiona la escasa o nula formación del personal rehabilitador para instruir a los pacientes amputados en el correcto uso de las prótesis que se fabrican fuera de España.
«Yo estuve cerca de 4 meses en rehabilitación, pero si te digo la verdad, nadie me enseñó a andar con estas prótesis y tuve que hacerlo yo poco a poco, después de caerme muchas veces en la calle», explica Diego Estévez, quien no sólo se ha visto obligado a convivir con estos dispositivos mecánicos, sino también con las úlceras que de vez en cuando le producen en los muñones de sus piernas por el efecto de las rozaduras.
«La vida no es igual, ni por asombro», sostiene este joven con raíces chairegas, quien, sin embargo, no cesa de transmitir optimismo, ya que «si te encierras en el pasado y tratas de buscar explicaciones, aún es mucho peor».
«Tengo aún nítida en mi recuerdo la imagen de mis piernas aplastadas, las conversaciones del personal sanitario que me trasladó al hospital de Ourense, donde nada más ingresar me sedaron y me amputaron una pierna por encima de la rodilla y esperaron unos días más para ver la evolución de la otra, a fin de comprobar si se podía evitar su corte, algo que no pudo ser», dice Diego, al tiempo que agrega que esta segunda intervención se la realizaron en el hospital olívico debido a que en el centro ourensano no había cirujanos disponibles».
Convencido de que este tipo de lamentaciones no sirven para nada, este joven apuesta por reivindicar las prestaciones mínimas que él entiende que han de ser consideradas derechos para las personas que sufren minusvalías de este tipo. «Las prótesis sólo duran unos años y hay que cambiarlas, porque los muñones y el cuerpo humano también se transforma con el paso del tiempo», dice. Así, para avanzar en esta nueva batalla, Diego se ha integrado en la Asociación Nacional de Amputados (Andade), desde la que lucha por este colectivo.
AFICIÓN |
Diego saca provecho del tiempo que tiene ahora libre para dedicarse a una de sus principales aficiones, los coches teledirigidos. «Siempre me gustaron y, ahora que no trabajo y tengo tiempo, me metí en este mundillo para entretenerme», explicó este joven chairego. |
Fuente El Progreso. http://elprogreso.galiciae.com/nova/80652.html