Las secuelas que dejó el terremoto que sacudió Haití el 12 de enero de 2010 continúan muy visibles en el país caribeño, que sigue en el faldón de cola como el Estado más pobre de América
Han pasado ya 10 años desde que la tierra se rebeló en Haití causando más de 310.000 muertes y 350.000 heridos, pero las secuelas de aquel seísmo continúan muy presentes en el país caribeño.
El hambre, el subdesarrollo, la violencia y las continuas crisis políticas que ha sufrido Haití en los últimos años le han impedido abandonar el furgón de cola y a día de hoy sigue siendo el Estado más pobre del continente americano.
Los estragos del terremoto de 7 grados en la escala Richter que sacudió este país el 12 de enero de 2010, y que destruyó el 60% de las infraestructuras médicas, así como el Palacio Nacional, el Parlamento o la catedral en la capital Puerto Príncipe, siguen siendo visibles. Y aunque el 99% de los desplazados -1,5 millones de personas perdieron su hogar- han podido ser realojados, 34.000 continúan en refugios temporales con graves carencias sanitarias y sin abastecimiento regular de agua o luz.
El seísmo destrozó aún más si cabe la frágil economía del país caribeño -con un daño estimado en 7.900 millones de dólares-, pero también el futuro de miles de haitianos que perdieron sus hogares, así como amigos y familiares.
SECUELAS FÍSICAS Y PSICOLÓGICAS
Pero el dolor no terminó ahí. Para muchos comenzó un nuevo calvario tras perder un brazo, una pierna, una mano o un pie. La vida de los llamados ‘kokobes’ (amputados) no ha sido precisamente sencilla. No sólo han tenido que aceptar su nueva condición y aprender a vivir con un miembro amputado, también tienen que lidiar cada día con el rechazo de algunos de sus compatriotas, lo que les dificulta el acceso a un empleo o a los servicios básicos, y les aboca, en ocasiones, a la mendicidad para tratar de llevarse algo a la boca.
Y aunque las secuelas físicas son las más visibles, no son las únicas, hay otras que son igual o más dolorosas. “Diez años después del terremoto, el Estado, las instituciones y la población haitiana siguen estando muy marcados por el impacto del terremoto. Diez años después, seguimos lidiando con un Estado traumatizado”, explica Daniel Derivois, psicólogo clínico y doctor en psicología en una entrevista concedida a la agencia Efe.
En las primeras semanas tras el seísmo, al menos 40.000 personas recibieron atención psicosocial o psiquiátrica por parte de Médicos Sin Fronteras (MSF), según informa esta organización, que denuncia que 10 años después del terremoto el sistema de salud del país “está nuevamente al borde del colapso”. “Desde el incremento de los precios del combustible en julio de 2018 que espoleó la crisis, las instalaciones médicas han tenido problemas para proporcionar servicios básicos debido a la escasez de medicamentos, oxígeno, reservas de sangre, combustible y la falta de personal”, asegura MSF en un comunicado.
“El apoyo internacional que recibió el país, o que se prometió, después del terremoto, ahora se ha desvanecido. Incluso en algún caso, nunca se materializó”, afirma Sandra Lamarque, coordinadora de esta organización en el país caribeño. “La atención de los medios ha virado hacia otros lugares a medida que la vida cotidiana de la mayoría de los haitianos se ha vuelto cada vez más precaria debido a la inflación, la falta de oportunidades económicas y la violencia”.
HAMBRUNA
El siniestro balance 10 años más tarde no termina aquí. Más de un millón de haitanos siguen al borde de la hambruna y una de cada tres precisa ayuda alimentaria de forma urgente, según denuncian varias ONG presentes en el terreno.
Si la situación del país antes del seísmo no era fácil, tras el temblor quedó completamente devastado. Aunque la comunidad internacional se volcó en un primer momento para atender las necesidades más acuciantes, a partir de 2015 la ayuda comenzó a descender de manera drástica. Esto, unido a la grave crisis política que vive el país desde hace más de un año, complica la recuperación de Haití y la entrega de la ayuda humanitaria.
Por si esto fuera todo, la capital ha duplicado su población debido al éxodo desde las zonas rurales y el agua y el sistema de saneamiento no llega a todos los barrios.
Por todo ello, la ayuda se hace imprescindible. En el aniversario del terrible terremoto que hirió de muerte a Haití, ONGs como Acción contra el Hambre, Cáritas y Médicos sin Fronteras hacen un llamamiento a la solidaridad para que se puedan, al menos, asegurar servicios básicos de salud y educación.
“Quiero darle las gracias a Médicos sin Fronteras no sólo por mí sino por todos los pacientes que habrían muerto de no haber sido por su trabajo”, cuenta Slaij (niombre ficticio), un mecánico de 37 años que sufrió un accidente de coche en Cabaret, una ciudad a 42 kilómetros de la capital. “Hay muchas personas que no pueden permitirse acudir a un servicio médico en Haití. Por eso, la atención que presta MSF es tan importante, añade. Haití nos necesita.
Fuente: EL MUNDO