Madrid- Lejos de dar plena cobertura a las necesidades de los enfermos, el Ministerio que dirige Leire Pajín ha optado por dar preferencia en la financiación a actuaciones «anti vida» antes que conceder ayudas a enfermos que les permitirían mejorar su calidad de vida. Esa política comenzó en 2006, cuando el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero aprobó que la Sanidad pública costease los cambios de sexo y se consumó en 2010 con la aprobación de la ley del aborto.
La propuesta más reciente de Sanidad, que se enmarca dentro del Plan Estratégico de Salud Sexual y Reproductiva, ha sido la financiación de algunos anticonceptivos. Además, el PSOE ha destinado este último año 2,8 millones de euros a asociaciones de homosexuales y de transexuales, iniciativas que contrastan con la situación de bancarrota de los servicios públicos sanitarios.
En el lado opuesto se encuentran pacientes cuyos tratamientos requieren de instrumentos poco frecuentes en el mercado y que necesitan abundante material para curas. Éste es el caso de Belén y su hija Lucía, de siete años, que sufre epidermólisis bullosa, una enfermedad que se caracteriza por la extrema fragilidad de la piel. «La enfermedad de mi hija no tiene solución, su piel es tan sensible que con mucha frecuencia se le hacen heridas o ampollas, por eso necesita que su cuerpo esté cubierto por completo con unas vendas especiales que carecen de apósito», relata Belén. No obstante, muchas comunidades autónomas no facilitan ese material de cura –gasas, cremas antibióticas, agujas, parches, apósitos, vendas–, con el consiguiente desembolso monetario que ello supone. «Tras dar mucha guerra, hemos conseguido que la Comunidad de Madrid nos facilite algo de material, pero hemos tenido que remover tierra, mar y aire», afirma.
A pesar de la pequeña ayuda, esta madre no duda en confesar que cada mes se gasta «entre 600 y 1.000 euros» y comenta que «no hay economía familiar que aguante ese ritmo». El gasto asciende considerablemente, porque la pequeña Lucía necesita productos que son considerados cosméticos de lujo, como los colirios para los ojos y las cremas para los picores.
La pérdida de movilidad es otro de los problemas de esta enfermedad, por lo que se hace necesario el trabajo de fisioterapia, la cual supone un añadido que contribuye a engordar la factura a final de mes. Una situación similar es la que viven los amputados en España. A Oier, de tan sólo 23 meses, le tuvieron que amputar una pierna nada mas nacer. Ya en el vientre de su madre, Verónica, le detectaron un problema en el corazón, situación que le obligó a conectarle a una máquina en el hospital que le acabó necrosando una extremidad inferior. Fue entonces cuando empezó su calvario. «En el tema de las prótesis andábamos muy perdidos», reconoce Verónica, que tuvo que marcharse a Barcelona para que les asesoraran sobre las prótesis para niños.
El problema añadido de Oier es que su cuerpo crece y debe cambiar la prótesis cada poco tiempo. La primera ortopedia, que costó 2.500 euros, se la colocaron con ocho meses. La cuestión fue que cuando cumplió su primer año de vida se la tuvieron que cambiar porque se le había quedado pequeña. Desde entonces, y cada seis meses, Oier necesita una prótesis nueva.
Esta situación se agrava cuando los padres de Oier miran a la sanidad pública. Ésta sólo cubre el 60% de una única prótesis cada año, por lo que de nuevo la situación económica vuelve a ser delicada. «Tengo que pedir ayuda a mis padres, a mis suegros y al banco, ¿Qué voy a hacer el día que nadie me pueda ayudar? No puedo dejar a mi hijo sin la posibilidad de andar», se queja Verónica, que no comprende que «sea más importante un cambio de sexo que facilitar a un niño de la capacidad de andar».
La Asociación Nacional de Amputados (Andade) es consciente de la realidad que sufren los pacientes que han sufrido una amputación. Por ello, este mes han entregado al Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad un amplio dosier en el cual detallaban reivindicaciones que contribuyan a mejorar la calidad de vida de este tipo de pacientes. Entre las exigencias reclamaban la regulación de las ortopedias, una preparación de los técnicos acorde con las nuevas tecnologías protésicas, una actualización de los catálogos de ortopedias que datan del año 2.000 y no recogen los últimos modelos y un aumento de las ayudas económicas del ente público.
Enfermos de ELA
Los afectado de ELA (esclerosis lateral amiotrófica) también viven bajo el desamparo de Sanidad, a los que ésta deniega su posibilidad para comunicarse. Esta dolencia va matando una por una todas las neuronas, lo que provoca una parálisis muscular progresiva, llegando a un momento en el que dejan de ejecutar movimiento alguno.
Para poder comunicarse se sirven de un mecanismo llamado «Iriscom», un programa informático que manejan con el movimiento de los ojos. Sin embargo, el Gobierno ha denegado esta prestación con el argumento de que «el Iriscom no posee un propósito médico, ni desempeña ninguna función prevista en la definición de productos sanitarios».
Fuente: La Razón. http://www.larazon.es/noticia/4918-desamparados-por-la-sanidad-publica